Descubra la historia de Haití: ¡Una historia fascinante para explorar!
Una vez apodada "la perla de las Antillas", Haití es una isla de notable fertilidad, un destino fascinante que combina una espectacular belleza natural con una historia rica y compleja. Forma parte de las Antillas Mayores junto con Cuba, Puerto Rico y Jamaica. Ubicada entre las dos Américas, en la ruta del Canal de Panamá, esta nación insular es un tesoro bien guardado que ofrece a los visitantes una combinación única de magníficos paisajes, vibrante cultura y patrimonio histórico.
Haïti 1. HAÏTI
Ubicado en la parte occidental de la isla Hispaniola, Haití es un país rico en historia y cultura. Con una población estimada de 11,58 millones en 2022, sus idiomas oficiales son el francés y el criollo. Puerto Príncipe, su bulliciosa capital, es con diferencia la ciudad más importante, un punto central de la vida económica y social del país.
Haití está dividido en diez departamentos (Artibonite, Centro, Grand’Anse, Nippes, Norte, Nord-Est, Nord-Ouest, Ouest, Sud, Sud-Est), cada uno de ellos encabezado por un delegado designado por el gobierno. Estos departamentos ofrecen diversidad geográfica y cultural, que va desde las fértiles llanuras de Artibonite hasta las majestuosas montañas del Norte.
El país, bordeado por el Atlántico y el Mar Caribe, también ofrece una costa pintoresca, salpicada de pequeños pueblos costeros como Cap-Haïtien al norte y Les Cayes al sur. En alta mar, islas como Île de la Tortue e Île à Vache se suman a la belleza natural de la zona.
Haití sigue siendo un lugar de gran importancia histórica y cultural. Su herencia, moldeada por siglos de influencias africanas, europeas e indígenas, se refleja en su cultura, gastronomía y arte, haciendo de este país un destino fascinante por descubrir.
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Haïti 2. TOPONIMIA DE HAITÍ
La toponimia de Haití refleja una fascinante mezcla de influencias históricas y culturales, que reflejan los movimientos y momentos que han dado forma a la isla a lo largo de los siglos.
La historia se remonta a los bucaneros franceses que originalmente dejaron su huella en la Isla Tortuga, al norte. Su expansión hacia la parte occidental de la isla Hispaniola les llevó a afrancesar el nombre de Santo Domingo, capital española situada en el sureste.
Entre 1630 y 1664, este nombre permaneció informal hasta que Colbert integró la región en la "colonia de Saint-Domingue" bajo los auspicios de la Compañía Francesa de las Indias Occidentales. Confirmado por los tratados de Ryswick (1697) y Basilea (1795), el nombre de Saint-Domingue se convirtió en emblemático de la parte occidental de la isla, también apodada la "perla de las Antillas" durante la época colonial francesa.
El punto de inflexión decisivo se produjo el 1 de enero de 1804, cuando Dessalines proclamó la independencia de Haití. En un gesto de reafirmación de identidad y reconocimiento hacia el pueblo nativo americano, les devolvió su nombre original, “Haití”, tomado de la lengua taína.
Así, la toponimia de Haití resuena con una rica historia de luchas, independencia y reapropiación cultural, inscribiendo en sus nombres las diversas capas de su tumultuoso y vibrante pasado.
HISTOIRE D’HAÏTI 3. HISTORIA DE HAITÍ
La historia de Haití es profundamente rica y compleja, marcada por momentos de resistencia, revolución y lucha por la independencia que han moldeado profundamente no sólo la identidad de este país caribeño, sino también la historia mundial.
Historia de Haití: de 1492 a 2024
Hace varios siglos, en el corazón del Océano Atlántico, una isla de cautivadora belleza e increíble riqueza, llamada Hispaniola, atrajo la atención de los poderosos del mundo. Descubierta por Cristóbal Colón en 1492, la isla se convirtió en el centro del deseo. Pero las potencias coloniales aún no saben que la isla esconde en su interior un pueblo indomable. Los taínos, los primeros habitantes, resisten al invasor con espíritu de libertad. Están aplastados, pero sus espíritus indómitos persisten en el viento, en la tierra y, mucho después, en los sueños de los esclavos africanos que vendrán.
Pasan los siglos y, bajo el yugo despiadado de los colonos franceses, la isla se transforma en un vasto campo de caña de azúcar, cultivado por manos de esclavos africanos. Estos hombres y mujeres, deportados contra su voluntad, llevan dentro de sí la esperanza de liberarse algún día, de romper las cadenas de la opresión. Y es este sueño, este fuego sagrado, el que estallará en una revuelta tan grande que marcará para siempre la historia del mundo.
- LOS PRIMEROS HABITANTES
Los primeros habitantes de la isla fueron los indios taínos, del grupo arawak, pacíficos y que vivían en armonía. Su existencia se entrelazaba con la generosidad de los bosques, ricos en árboles frutales, que los liberaban del arduo trabajo agrícola. La pesca y la caza eran sus principales medios de subsistencia, complementados con el cultivo de patatas, maíz y mandioca. A diferencia de algunos vecinos de las Antillas Menores, no practicaban el canibalismo.
La naturaleza era su hogar y la veneraban a través de sus costumbres y vida cotidiana. El pelo negro y liso caía en cascadas sobre sus hombros, testimonio de su gran belleza natural. Hasta los 18 años caminaron desnudos, tatuándose el cuerpo con achiote, un rito de iniciación en su sociedad. Las mujeres vestían taparrabos o tanga, un atuendo sencillo que reflejaba su conexión con la tierra.
La danza era su forma de expresión más vibrante, una forma de celebrar la vida y comunicarse con los espíritus de su entorno. La isla tuvo diferentes nombres para ellos: Boyo, Quisqueya, Haití, tantos nombres que resonaban con la esencia misma de su existencia.
Sus habilidades artesanales eran rudimentarias pero funcionales. Utilizaron calabazas para almacenar agua y alimentos, tejieron algodón para crear hamacas y taparrabos y dejaron huellas de su saber hacer a través de restos de cerámica.
En el campo de la defensa fueron ingeniosos. Sus armas incluían flechas y zagaies, palos fuertes llamados botones, dagas hechas con espinas de pescado y mazas de madera muy dura llamadas macanas.
Sus lenguas eran variadas, derivadas de una lengua materna, pero sin una escritura que las preservara, eventualmente se desvanecieron con el tiempo. Pese a ello, palabras de origen indio como coui, hamac, guanes, matoutou, matoutou, macana, rapadou y otras siguen resonando en el lenguaje cotidiano, recordando la huella duradera que dejaron estos primeros habitantes de la isla.
- LOS CACICATS
La isla estaba dividida en cinco reinos o cacicats:
a) El Marien, al norte, estaba liderado por Guacanagaric y se extendía desde la bahía de Môle St. Nicolas hasta la región de Monte Cristi.
b) La Magua, al noreste, estaba gobernada por Guarionex e incluía la vasta llanura de Vega Real, además de Monte Christi y Samaná.
c) Xaragua, al oeste y al sur, liderada por Bohékio, ocupó todo el sur peninsular, las llanuras de Léogâne y Cul de Sac, extendiéndose hasta el Artibonite.
d) La Maguana, en el centro, estaba dirigida por Caonabo e incluía el territorio del Cibao, La Source y parte de Artibonite.
e) El Hyguey, al este, gobernado por Cotubanama, se extendía desde las orillas del Ozama hasta el cabo Engano.
- LOS CACIQUES
Gobernado por poderosos jefes conocidos como caciques. Cada cacicat estaba dirigido por un jefe supremo, guardián de las tradiciones y guía espiritual de su pueblo. Entre estas figuras notables se encontraban nombres como Caonabo, intrépido defensor de las tierras de Quisqueya, Guacanagaric, cuya amistad hacia los extranjeros era notoria, y la bella Anacaona, cuya gracia y talento en el baile embriagaban a sus súbditos.
Para los habitantes de esta isla, la divinidad impregnaba cada elemento de su existencia: los majestuosos árboles, los animales que habitaban los bosques, los manantiales de agua viva y la infinita extensión del mar. Sus creencias estaban plasmadas en los Zemes, deidades veneradas. durante rituales sagrados dirigidos por sacerdotes, los Butios. Cada año, estas coloridas y animadas ceremonias, que mezclaban canciones y danzas, honraban a los poderes místicos que gobernaban su mundo. Los primeros habitantes, alimentados por leyendas y esperanzas, soñaban con un paraíso terrenal donde las delicias de los albaricoques serían eternas.
Durante las grandes reuniones, la población acudía a las cuevas sagradas, llevada por la embriagadora música de los tambores y las voces de sus líderes. En este santuario de piedra, el soberano toma la iniciativa en el canto, alzando la voz para comunicarse con los Zémes. Un silencio solemne envolvió entonces a la asamblea, mientras los sacerdotes, a través de ritos místicos, buscaban desentrañar los secretos del futuro. Una vez revelado el oráculo, los ojos brillaban de esperanza o se apagaban de miedo, según que las señales anunciadas fueran auspiciosas o desastrosas. Y cuando las deidades les sonrieron, estalló la alegría, encendiendo los corazones con fe y gratitud hacia los poderes que los velaban.
- LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES
Tras años de acercamientos a diversas cortes europeas, CRISTÓBAL COLÓN consiguió finalmente captar el interés de la reina de Castilla, Isabel la Católica, con su ambicioso proyecto de descubrir nuevos horizontes y ampliar así las fronteras del reino. Atraída por la promesa de gloria y riquezas que tal empresa podía ofrecer, la reina accedió a proporcionar a Colón una modesta financiación, así como dos modestos barcos a su costa. Colón hizo armar un tercer barco por iniciativa propia. Así equipadas, el 3 de agosto de 1492, La Santa María, La Pinta y La Niña, con una tripulación de 120 hombres, zarparon del puerto de Palos, en Andalucía.
Fue el comienzo de un viaje atrevido e incierto a través de las vastas extensiones del océano. Los marineros se enfrentaron a fuertes tormentas, vientos contrarios y días interminables sin tierra en el horizonte. Pero su determinación no flaquea. El 12 de octubre de ese mismo año, tras semanas de navegación, sus esfuerzos se vieron recompensados con el descubrimiento de una isla en las Bahamas, a la que llamaron Guanahani y que Colón rebautizó como San Salvador.
Este momento histórico marcó el primer paso de los europeos en suelo americano, allanando así el camino para siglos de exploración, conquista y agitación irreversible para los pueblos indígenas de las Américas.
- DISCOVERY OF HAITI BY CHRISTOPHE COLOMB
Continuando con determinación su viaje exploratorio, Christophe Colomb descubrió las costas de Haití, donde puso pie el 5 de diciembre de 1492. Desembarcó en la costa noroeste de la isla y se adentró en una majestuosa bahía que se haría famosa con el nombre de Môle Saint- Nicolás. Fue allí donde plantó el estandarte de España y erigió una cruz, reclamando así solemnemente esta tierra en nombre de sus soberanos.
Convencido de haber llegado a las Indias navegando hacia el oeste, y consciente de la redondez de la Tierra, Christophe Colomb llamó "indios" a los nativos que encontró, creyendo que había llegado a las Indias Occidentales. Durante su breve estancia, recogió numerosas muestras que atestiguan la prodigiosa riqueza de la isla. Sorprendido por las similitudes con su lejana patria, decidió rebautizarla como Hispaniola, en homenaje a España, y España como Hispaniola.
- LA HOSPITALIDAD DE LOS TAINOS
Los taínos, benévolos habitantes de la isla, recibieron a los españoles con cálida hospitalidad y respeto. Entre ellos, una joven indígena, presentada a Cristóbal Colón, fue tratada con atención y generosidad, adornada con ropa y regalos antes de regresar a su comunidad.
Fue con el jefe de Marien, Guacanagaric, con quien Colón tuvo sus primeros intercambios. Informado del naufragio de La Santa María el 24 de diciembre de 1492 a la entrada de la Bahía de Caracol, Colón encontró en Guacanagaric un aliado y un amigo. Conmovido por la compasión del jefe taíno, Colón aceptó su invitación a permanecer entre ellos. Se tejió entonces una relación de confianza y amistad entre ambos hombres, hasta el punto de que Guacanagaric concedió a Colón un terreno en su propio territorio.
- TRAICIÓN A LOS ESPAÑOLES - LA NATIVIDAD
Tras el naufragio de La Santa María, Colón decidió construir el Fuerte de la Natividad a partir de los restos del barco varado. Allí asignó una guarnición de 39 hombres, a las órdenes de Diego de Arena, Pedro Gutiérrez y Rodríguez Escoredo, con instrucciones claras: respetar a los indígenas y no despojarlos de sus riquezas. Además, les recomienda permanecer en la región de Marien.
Establecido este puesto estratégico, Colón regresó a España, saliendo de La Natividad el 4 de enero de 1493 para llegar el 3 de marzo siguiente. Recibido por una multitud impresionada, reveló los tesoros de la América recién descubierta: oro resplandeciente, plantas exóticas y pájaros de plumaje resplandeciente. Ante Sus Majestades Fernando e Isabel, contó la historia épica de su extraordinario descubrimiento. En reconocimiento a sus hazañas, el 28 de mayo de 1493, Cristóbal Colón recibió de manos reales los prestigiosos títulos de Almirante del Océano, Virrey y Gobernador de todas las tierras ya descubiertas y por descubrir.
Sin embargo, a pesar de las estrictas instrucciones de Colón, los españoles estacionados en La Natividad sucumbieron a la tentación del oro y la brutalidad. Haciendo caso omiso de los dictados de su comandante, comenzaron a maltratar a los pacíficos súbditos de Guacanagaric y a saquear sus tesoros. Peor aún, se lanzaron expediciones a la región de Maguana, donde abundaba el oro, lo que exacerbó las tensiones y el descontento entre los nativos. Así, la traición de los españoles sembró las semillas de la discordia y la revuelta en este frágil nuevo mundo.
- LA VENGANZA DE CAONABO
Furioso por las abyectas acciones de los extranjeros, CAONABO, líder resuelto, juró infligirles una venganza implacable. Selló una alianza con Guarionex, reuniendo un formidable ejército con la intención de castigar a los invasores. Una tarde oscura, como una sombra vengativa, aparecieron en La Natividad. La guarnición, tomada por sorpresa, sufrió un asalto despiadado, mientras que la fortaleza quedó reducida a cenizas bajo la furia de su ataque.
A pesar de los tormentos infligidos por los españoles a sus súbditos, Guacanagaric acudió en ayuda de los sitiados. Pero el poder de Caonabo fue despiadado: rápidamente aplastó a Guacanagaric, hiriéndolo gravemente en la cabeza, antes de devastar su aldea con un incendio devastador. Así, la venganza de Caonabo cayó como un flagelo, sembrando terror y desolación en las filas de los invasores y sus aliados nativos.
- EL REGRESO DE COLOMB
Cuando Colón puso un pie en las costas de la isla en la mañana del 28 de noviembre, fue recibido por ruinas en la Plaza de la Natividad, y Guacanagaric, el jefe nativo, yacía herido en la cabeza. El 7 de diciembre, deseoso de encontrar un lugar adecuado para construir una ciudad destinada a albergar a los numerosos aventureros que lo habían seguido, Colón partió en busca de un lugar adecuado. Así fundó la ciudad de Isabelle, la primera del Nuevo Mundo, en el norte de la isla, en 1494.
Decidido a proporcionar un informe completo sobre La Española, Colón se dispuso a explorar el Cibao. Encomendó esta crucial tarea a Alfonso Ojeda, acompañado de unos jóvenes hidalgos. A pesar de los obstáculos, Ojeda logró llegar al Cibao y confirmar la presencia de minas de oro. Colón quedó satisfecho con los resultados de esta expedición. El 2 de febrero de 1494 envió la flota al mando de Antoine de Torres, encargada de transportar oro, algodón y otros productos a los soberanos de España.
Colón dejó a Isabel con una tropa de 400 hombres, mineros y trabajadores, dejando el mando de la colonia a su hermano Diego. En su camino descubrió muchas minas de oro. Primero erigió una fortaleza a la que llamó Santo Tomás, donde dejó 90 hombres al mando de Pedro Margarita, luego una segunda, la Magdalena, en la llanura de Vega Real.
Para asegurar su dominio, Colón impuso a los indios un tributo en especie, que incluía alimentos, algodón y oro en polvo. Ante esta opresión, Caonabo logró unir a varios líderes contra los españoles y preparó una ofensiva para eliminarlos. Asedió el Fuerte St. Thomas y lo mantuvo bajo su control durante treinta días. El Magdalena también fue atacado, pero los atacantes fueron rechazados, causándole grandes pérdidas.
- REGLAS DE LOS ESPAÑOLES PARA CAPTURAR CAONABO
Colomb y sus hombres idearon un astuto plan para capturar a Caonabo, el poderoso cacique. Utilizaron una artimaña para engañar al cacique de Maguana, quien fácilmente cayó en la trampa tendida por los españoles. Colón solicitó audiencia con el propio Caonabo, quien, sin sospechas, accedió a reunirse con él. Aprovechando esta oportunidad, Ojeda, con habilidad, raptó a Caonabo de en medio de sus súbditos y lo condujo hasta Isabel. En marzo de 1494, el prisionero fue enviado a España, pero el destino decidió otra cosa, ya que falleció en un naufragio en el mar.
Aunque la captura de Caonabo debilitó la resistencia india, algunos todavía intentaron luchar. Su hermano, Manicatex, lanzó un ataque contra St. Thomas. Sin embargo, los españoles, equipados con arcabuces y apoyados por mastines, infligieron enormes pérdidas a los indios en numerosos enfrentamientos, en particular durante una sangrienta batalla en 1495 en la llanura de Vega Real.
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- EL ORIGEN DE LA ESCLAVITUD EN LA ESPAÑOLA - LOS REPARTIMIENTOS
Tras la desaparición de Caonabo y los horrores de las masacres perpetradas por los españoles, los adversarios de Colón aprovecharon la oportunidad para planear su caída. Lo denunciaron ante la reina Isabel, considerándolo directamente responsable de los atroces crímenes cometidos en La Española. Colón se vio obligado a ir a España, donde no tuvo dificultades para desacreditar a sus acusadores.
Durante su ausencia, un hombre llamado Roldán, entonces juez en La Española, aprovechó la situación para rebelarse. A su regreso, Colón se vio obligado a ceder a los términos de paz dictados por Roldán. Estos términos incluían la concesión de tierras al líder rebelde y sus seguidores, acompañados de un número de indios asignados para cultivar la tierra. Así nació el origen de la esclavitud en La Española, bajo el nombre de “repartimientos”.
Estos repartimientos marcaron el comienzo de una práctica devastadora, donde los indios eran obligados a trabajar en las tierras de los colonos españoles en condiciones a menudo brutales e inhumanas. Este período oscuro en la historia de Haití fue el resultado de intrigas políticas y ambiciones individuales, que dejaron una marca indeleble en la isla y sus habitantes indígenas.
- BOBADILLA Y LA MUERTE DE COLOMB
Las concesiones otorgadas por Colomb a Roldán provocaron más disturbios en el almirante. Sus oponentes maniobraron con éxito para traer al comisionado Bobadilla a la isla, encargado de investigar su conducta. Las acusaciones llovieron sobre Colón, empujándolo hacia un desenlace inesperado: Bobadilla lo arrestó a él y a sus hermanos y los envió encadenados a España.
Bobadilla tomó las riendas de La Española durante dos años tumultuosos (1500-1502). Bajo su reinado, muchos nativos sucumbieron en las sombrías profundidades de las minas, víctimas de condiciones de trabajo despiadadas.
Incluso si Isabel finalmente repudiara las crueles acciones del comisionado real, esto de ninguna manera alivió el dolor de Colón. Abrumado por el asco y la tristeza, exhaló su último suspiro en 1506 en Valladolid, en una soledad conmovedora y una profunda miseria. De acuerdo con sus últimos deseos, sus restos fueron repatriados a La Española en 1526 y ahora descansan en la majestuosa Catedral de Santo Domingo, una melancólica conclusión a una vida marcada por la aventura, el descubrimiento y los tormentos de la historia.
- ESTABLECIMIENTO DEL COMERCIO NEGRO
El reinado de Colomb terminó con la llegada de Nicolás Ovando, quien inicialmente mostró cierta humanidad hacia los indios. Sin embargo, esta actitud pronto dio paso a un régimen de terror implacable.
En 1501, La Española estaba tan despoblada que la importación de esclavos africanos se volvió inevitable. Cada año desembarcaban en la isla miles de esclavos, de diversos pueblos como los bossales o danda, los congos, los aradas, los nagos, los ibos, etc. Se vendían como ganado en los mercados públicos, siendo Croix des Bossales uno de los principales puntos de venta.
Uno de los cultivos más importantes introducidos en la isla en esta época fue la caña de azúcar. Esta planta se convertiría en el pilar de la economía y la sociedad de la isla, pero a costa de una explotación brutal de los esclavos africanos, condenados a una vida de trabajos forzados en los campos de caña de azúcar. Así, con el establecimiento de la trata de esclavos se inició una era oscura en la historia de Haití, dejando una huella imborrable en su destino y el de sus habitantes.
- DECADENCIA ESPAÑOLA
Durante esta época tumultuosa, un joven llamado Enrique, descendiente de una línea real que una vez había gobernado Xaragua, se vio sumido en la esclavitud. Aunque de sangre real, no se libró de las cadenas de servidumbre. En su juventud fue confiado a los padres dominicos de Santo Domingo, quienes le enseñaron los fundamentos de la lectura y la escritura. Sin embargo, su destino cambió cuando quedó bajo la tutela de Valenzuela, un maestro con un trato especialmente duro. A pesar de sus denuncias ante las autoridades españolas, su sufrimiento quedó impune. Finalmente, cansado del maltrato, se rebeló y huyó a acampar en las escarpadas tierras altas de Bahoruco, una montaña aislada en el sureste de la República de Haití.
Durante catorce largos años los españoles intentaron desalojar a los rebeldes de Bahoruco, pero sus esfuerzos fueron en vano y sólo fortalecieron la determinación de los valientes defensores de la raza india. Al ver el punto muerto, el emperador Carlos V envió a Baruo-Nuevo a La Española para encontrar una solución. Este último optó por la vía de la negociación, concluyendo un tratado con el cacique Henri. En virtud de este tratado, Enrique obtuvo el pequeño pueblo de Boya como territorio independiente.
Las concesiones otorgadas al cacique Henry pusieron fin al conflicto, pero La Española quedó desolada, su población indígena diezmada por los años de guerra. España, ahora más interesada en las riquezas del continente americano, abandonó paulatinamente su colonia. Este abandono fomentó la emigración de colonos españoles y abrió el camino a los piratas ingleses y franceses, que comenzaron a vagar por las Indias Occidentales, marcando así el inicio de la decadencia española en la región.
- LA LLEGADA DE LOS FRANCESES
La disminución del interés español en La Española abrió el camino a los bucaneros, los despiadados corsarios que habían hecho del Mar de las Indias Occidentales su dominio. Primero tomaron posesión de la Isla Tortuga, un bastión de la piratería, antes de establecer bases a lo largo de las costas del norte del continente alrededor de 1626. Pronto se establecieron allí de forma permanente, marcando así el comienzo de la influencia francesa en la isla en 1629.
Mientras tanto, los bucaneros, cansados de los riesgos de la piratería en el mar, recurrieron a una nueva y lucrativa empresa: cazar ganado salvaje y cerdos pardos que abundaban en la región. Su experiencia en la preparación de carne (boucanage) les valió su nombre, pero fue su papel en la economía emergente de la colonia lo que los distinguió.
Poco a poco, los bucaneros y bucaneras abandonaron su estilo de vida nómada para establecerse como colonos o habitantes permanentes, inaugurando así las primeras plantaciones de la nueva colonia. Con la llegada de los franceses y la transformación gradual de estos aventureros del mar en agricultores y plantadores, Haití entró en una nueva era de su historia, marcada por la diversidad cultural y los conflictos de poder entre los imperios europeos que buscaban dominar el Caribe.
- INICIO DE LA ORGANIZACIÓN DE SANTO DOMINGO (HAITÍ)
Durante un tiempo, la colonia de Saint-Domingue (HAITÍ) estuvo gobernada por jefes elegidos entre los aventureros que allí se habían instalado. Sin embargo, la llegada de Bertrand d’Ogeron marcó el comienzo de un período de organización más formal bajo el yugo de Francia. D’Ogeron, el primer gobernador nombrado oficialmente por Francia (1666-1675), fue una figura clave en la historia de la colonia.
A su llegada a Haití, d’Ogeron se enfrentó a una población de sólo 400 personas. Consciente de la necesidad de aumentar este número para garantizar la prosperidad de la colonia, tomó medidas audaces, en particular fomentando la inmigración de mujeres francesas para animar a los colonos a fundar familias. Bajo su administración, se introdujeron las primeras plantaciones de cacao en Haití, sentando las bases de una economía que prosperaría en las próximas décadas. Además, tuvo el honor de fundar en 1670 la ciudad de Ciudad del Cabo, ciudad destinada a convertirse en el corazón palpitante de Santo Domingo, muchas veces comparada con París.
A pesar de sus logros, d’Ogeron no vio realizado todo el alcance de su legado, ya que murió en París en 1675. Su sucesor, el señor de Pouancey, tuvo que hacer frente a una revuelta de esclavos en Port-de-Paix en 1678. liderado por un esclavo llamado Padrejan, que aspiraba a derrocar a los colonos y tomar el control de la colonia. Las fuerzas coloniales lograron reprimir la rebelión y Padrejan murió durante el enfrentamiento. El propio Sr. de Pouancey murió en 1682, dejando tras de sí un legado complejo y un futuro incierto para Saint-Domingue.
- EL CÓDIGO NEGRO
Durante muchos años, la administración de justicia en Santo Domingo adoleció de una falta de organización seria. Los casos penales y de delitos menores generalmente eran juzgados por un tribunal militar presidido por el gobernador en funciones. Sin embargo, bajo el gobierno del señor de Cussy (1683-1690), se realizaron importantes esfuerzos para establecer una organización judicial más estructurada.
El señor de Cussy, sucesor del señor de Pouancey, fue el primero en considerar seriamente la creación de tribunales ordinarios, conocidos como Sénéhaussees. Se crearon cuatro de estos tribunales, con un Tribunal Supremo con sede en Léogâne. Esta organización judicial marcó un progreso notable en el gobierno de la colonia, aportando una apariencia de estabilidad y orden al sistema jurídico de Saint-Domingue.
Sin embargo, el avance más significativo se produjo con la promulgación del Edicto de 1683, también conocido como Código Negro. Este código, una regulación crucial para la sociedad colonial, estableció reglas estrictas que gobernaban el régimen de esclavitud en Saint-Domingue así como en las otras colonias francesas. El Código Negro impuso severas restricciones a los esclavos, limitando sus derechos y reforzando el control de los amos sobre sus vidas y destinos.
Así, la introducción del Código Negro marcó un punto de inflexión en la historia de Santo Domingo, moldeando profundamente las relaciones sociales y económicas de la colonia y sentando las bases de un sistema de explotación racial que persistiría durante décadas.
- GUERRA DE INDEPENDENCIA AMERICANA
En 1776, mientras la metrópoli francesa estaba en guerra con Inglaterra, soplaba un viento de revuelta a través del Atlántico en las provincias inglesas de América. Aprovechando esta oportunidad, Francia firmó un tratado con los insurgentes americanos, ofreciendo apoyo a su causa.
En 1779, el Conde d’Estaing, un representante francés, comenzó a reclutar hombres en Santo Domingo para reforzar las tropas estadounidenses dirigidas por Washington. Entre estos refuerzos se encontraban ochocientos negros y mulatos, dispuestos a luchar por la libertad. Estos valientes hombres, entre ellos nombres como Rigaud, Beauvais, Chavannes, Lambert, Christophe, Ferou, Cange, Martial Besse, Villate, Toureaux, Jourdain, Mourne y otros, participaron en la expedición con valentía y determinación.
Su contribución se destacó especialmente durante el famoso asedio de Savannah, donde su valor y valentía los cubrieron de gloria. Su participación en la Guerra de Independencia de Estados Unidos marcó un capítulo importante en la historia de Santo Domingo y demostró la solidaridad entre los movimientos de liberación en las Américas.
- MACKANDAL
En la tumultuosa historia de la lucha de los esclavos por la libertad en Santo Domingo, Haití, ningún nombre inspira tanto miedo y respeto como el de Mackandal. A pesar de su enfermedad, este hombre moreno manco surgió como el enemigo más formidable de los colonos franceses.
Decidido a vengar el sufrimiento de su pueblo, Mackandal se refugió en las montañas, convirtiéndose en un cimarrón, un fugitivo de las leyes de la colonia. Allí perfeccionó su arte de la venganza elaborando venenos mortales a partir de hojas y plantas cuyas propiedades sólo él conocía. Estos venenos se utilizaron para desestabilizar las plantaciones y sembrar el terror entre los colonos.
Sin embargo, el engaño no es suficiente para que Mackandal escape de su trágico destino. Capturado en una trampa tendida por sus enemigos, rápidamente fue juzgado y condenado a ser quemado vivo en la Place d’Armes de Ciudad del Cabo. La ejecución de Mackandal el 20 de enero de 1758 fue un momento oscuro y conmovedor en la historia de Santo Domingo, Haití, pero su legado de resistencia y determinación inspiró y continuó inspirando a quienes lucharon por la libertad y la justicia.
- POBLACIÓN COLONIAL
La población colonial de Santo Domingo (Haití) era grande y diversa, con aproximadamente 606.000 individuos en total. Entre ellos, los blancos constituían el grupo más numeroso, con aproximadamente 420.000. Estos blancos eran principalmente colonos franceses y miembros de la élite colonial, que a menudo disfrutaban de considerables privilegios y poder en la sociedad esclavista.
Además de los blancos, había aproximadamente 25.000 libertos, personas de raza africana o mestiza que habían obtenido su libertad, a menudo después de ser esclavizados. Aunque libres, los libertos a menudo estaban sujetos a importantes restricciones sociales y económicas, pero algunos lograron prosperar a pesar de los obstáculos.
Finalmente, la gran mayoría de la población colonial estaba formada por esclavos, que ascendían a aproximadamente 533.000 individuos. Estos hombres, mujeres y niños africanos fueron sometidos a servidumbre forzada, trabajando en las plantaciones de azúcar, café e añil que eran el pilar de la economía colonial. Su arduo trabajo y sufrimiento fueron los cimientos sobre los que reposó la riqueza y la prosperidad de Santo Domingo (Haití), pero su historia es también una de resistencia y lucha por la libertad.
- FUNDACIÓN PUERTO PRÍNCIPE
La fundación de Puerto Príncipe se remonta a la llegada del barco Le Prince al puerto antiguamente conocido como Port de l’Hôpital. A partir de entonces, este puerto tomó el nombre de Puerto Príncipe, convirtiéndose así en la cuna de una ciudad destinada a convertirse en la capital de la futura República de Haití. El año de esta fundación fue 1750, cuando se construyó la ciudad sobre la vivienda de Randaut.
Puerto Príncipe no estuvo solo en su rápido desarrollo. Otras ciudades surgieron y también prosperaron, como Port-de-Paix, Môle St. Nicolas, St. Marc, les Cayes y otras. Esta expansión urbana marcó una nueva era en la historia de la colonia, dando testimonio del crecimiento económico y demográfico de la región.
Para administrar mejor este crecimiento, la colonia se dividió en tres provincias distintas: la provincia occidental, con Puerto Príncipe como capital, la provincia del norte, con Cap-Français como capital, y la provincia del sur, con Les Cayes como capital. . Luego, cada una de estas provincias se subdividió en parroquias, formando cada grupo de parroquias un distrito, creando así una estructura administrativa que facilitaba la gestión y organización de la colonia.
- PROSPERIDAD DE SANTO DOMINGO (Haïti)
Las reformas económicas implementadas, combinadas con los privilegios otorgados a las empresas para el comercio negro, generaron resultados espectaculares para Santo Domingo. La colonia experimentó una prosperidad sin precedentes, lo que le valió el envidiado sobrenombre de Perla de las Antillas. Su capital, Ciudad del Cabo, fue honrada con el título de París de Santo Domingo, testimonio de su esplendor e importancia económica.
El dinamismo comercial de Santo Domingo se reflejó en cifras impresionantes, con un movimiento empresarial anual que alcanzó la considerable suma de 350.000.000 de francos, equivalentes a aproximadamente 70 millones de dólares. Entre los productos coloniales que más contribuyeron a esta riqueza, el café ocupó el primer lugar. Este lucrativo cultivo se introdujo en la isla ya en 1729 y rápidamente se convirtió en uno de los pilares de su próspera economía.
Además del café, Santo Domingo se benefició del cultivo de otros productos básicos. También se cultivaron con éxito añil, algodón, caña de azúcar y palo de campeche, contribuyendo a la diversificación y riqueza de la economía colonial. Este período de prosperidad y abundancia fue testimonio del vigor y potencial de Santo Domingo como potencia económica regional, atrayendo los deseos e inversiones de la Metrópoli y otras naciones europeas.
- ANTES DE LA REVUELTA DE LOS ESCLAVOS
Los inicios de la revuelta de esclavos en Saint-Domingue (Haití) estuvieron impulsados por una serie de acontecimientos significativos, tanto dentro como fuera de la colonia. Estos incluyeron momentos icónicos de la Revolución Francesa, como la toma de la Bastilla y la Declaración de los Derechos del Hombre el 14 de julio de 1789. Los ideales de libertad e igualdad proclamados en esta declaración se extendieron rápidamente por toda la colonia, exacerbando las tensiones entre los diferentes clases sociales presentes en la isla en ese momento.
En este período convulso se enfrentaron tres grupos principales: los grandes blancos, que defendían sus privilegios, los pequeños blancos que exigían la igualdad de derechos, y los libertos, que aspiraban al pleno ejercicio de sus derechos políticos y sociales. Finalmente, los esclavos, privados de su libertad, exigieron su emancipación.
La revuelta de los libertos estalló en 1790, encabezada por figuras como Ogé, Chavannes y más tarde Bauvais. Este último unió fuerzas con Lambert y 300 esclavos o suizos, marcando así el inicio de una lucha violenta contra las autoridades coloniales.
Después de derrotar a los blancos, Bauvais continuó su búsqueda hacia la habitación de Peinier, donde se enfrentó al ejército de Praloto. Durante la lucha que se produjo el 2 de septiembre de 1791, las tropas francesas sufrieron una derrota.
Los 300 esclavos o suizos capturados fueron entregados a las autoridades y luego cargados en el barco "Emmanuel", con destino a Florida. Desafortunadamente, su regreso al puerto de Môle St Nicolas en 1792 terminó en un baño de sangre, cuando estos desafortunados fueron masacrados por los blancos de Artibonite, llamados los Saliniers. Este terrible episodio es testigo de los sacrificios realizados por quienes lucharon por los derechos y la libertad, un conmovedor recordatorio de las luchas y el sufrimiento que marcaron el camino hacia la emancipación en Santo Domingo (Haití).
- LA REVUELTA DE LOS ESCLAVOS
La noche del 14 de agosto de 1791 marcó un punto de inflexión decisivo en la historia de Saint-Domingue, ya que los esclavos, hasta entonces considerados sumisos, se rebelaron en el oeste y el norte de la isla. En Morne Rouge, en la vivienda de Mezi, unos doscientos esclavos se reunieron para presenciar la lectura de un decreto falso. Este documento ficticio, supuestamente de la Asamblea Nacional, proclamaba la abolición de la pena de azotes y concedía tres días de libertad a la semana a los esclavos. Este falso decreto sirvió como catalizador y desencadenó la revuelta general de esclavos.
- CEREMONIA DE LA MADERA DE CAIMÁN
El 22 de agosto de 1791, los esclavos se reunieron en torno a Boukman, que se convirtió en su líder, apoyado por Jean-François, Biassou y Jeannot como lugartenientes. Antes de lanzar su revuelta, Boukman condujo a los conspiradores al corazón del bosque de Bois Caïman, donde tuvo lugar una ceremonia mística. Durante esta ceremonia se sacrificaba un cerdo y se compartía su sangre, simbolizando el juramento solemne de los participantes de seguir a sus líderes y cumplir sus órdenes.
Poco después de las 22.00 horas, los alrededores de Ciudad del Cabo resonaron con el siniestro sonido de la caracola reina. Grupos de esclavos armados, procedentes de diversos talleres de plantaciones como Clément, Turpin, Flavie, Noé, se extendieron por la rica llanura del Cabo. Participaron en actos de violencia, masacraron a todos los blancos a su paso, quemaron molinos y plantaciones. Luego, se dirigieron hacia la ciudad de Ciudad del Cabo, pero finalmente fueron rechazados por las tropas de la madre patria.
Desafortunadamente para Boukman, su revuelta terminó cuando fue capturado y ejecutado mediante decapitación. Sin embargo, la ceremonia de Bois Caïman y la revuelta resultante marcaron el comienzo de un período tumultuoso y revolucionario en la historia de Santo Domingo, presagiando el amanecer de una feroz lucha por la libertad y la emancipación de los esclavos.
- PROCLAMACIÓN DE LA LIBERTAD GENERAL DE LOS ESCLAVOS EN EL NORTE, OESTE Y SUR
Las crecientes tensiones entre las diferentes facciones de la colonia sumergen a Saint-Domingue (Haití) en una agitación sin precedentes. A pesar de los esfuerzos realizados por varias comisiones enviadas desde Francia para restablecer el orden y la paz, la situación sigue siendo inestable y volátil. Los años de conflictos incesantes, exacerbados por las amenazas inglesas y el ascenso al poder de Jean François, líder de los esclavos rebeldes, empujaron a Sonthonax a tomar una decisión radical: proclamar la libertad general de los esclavos en la provincia del Norte.
Así, en la mañana del 29 de agosto de 1793, en la plaza de armas de Ciudad del Cabo, en presencia de todos los componentes de la sociedad, Sonthonax anunció con voz firme y solemne:
Todos los negros y mestizos actualmente en esclavitud son declarados libres". y disfrutar de los derechos inherentes a la condición de ciudadano francés.
Esta rotunda proclamación de libertad general se difundió rápidamente por toda la Provincia del Norte. Poco después, el comisario Polvérel, responsable de la administración de las provincias del Oeste y del Sur, tomó una medida similar también en estas regiones.
- TOUSSAINT LOUVERTURE
Entre los insurgentes se encontraba un hombre notable llamado Toussaint, nacido en la residencia de Bréda, cerca de Ciudad del Cabo, el 20 de mayo de 1746, descendiente de Gaou-Guinou de la tribu africana de los Aradas. A pesar de su condición de esclavo, Toussaint adquirió una educación gracias a Pierre Baptiste, quien le enseñó a leer y escribir. Convertido en cochero del señor de Bâillon de Libertat, se ganó la confianza de su amo. Dotado de una inteligencia extraordinaria, ejerce una gran influencia sobre sus compañeros.
Su conocimiento de las plantas medicinales lo impulsó al rango de médico militar, luego rápidamente ascendió en las filas militares. Se distinguió en las batallas contra los españoles y los ingleses, contribuyendo a los éxitos de Francia. Nombrado general de brigada y luego vicegobernador de Saint-Domingue (Haití) en 1795, es elogiado por su valentía y su sentido de la administración. Tras triunfar sobre los ingleses en 1796, se convirtió en el principal líder de la colonia.
Francia, preocupada por su creciente poder, envió al general Hédouville para contrarrestarlo, pero fue en vano. Los intentos de dividir a Toussaint y Rigaud fracasaron, lo que llevó a la guerra entre ellos. A pesar de los esfuerzos de paz de Rigaud, se vio obligado a exiliarse en Francia con sus partidarios en 1800.
Luego, Toussaint persiguió su ambición, extendiendo su control sobre la isla y aboliendo la esclavitud en el este. Proclamándose gobernador vitalicio con una constitución local en 1801, reforzó la administración, promovió la educación y aseguró la estabilidad económica. Pero su acto de independencia desafió a Francia, provocando una reacción que marcaría la historia de Santo Domingo (Haití).
- LA EXPEDICIÓN DE 1802
La expedición de 1802 contra Santo Domingo (Haití) estuvo motivada por diversos factores, entre ellos las quejas de los colonos expulsados por Toussaint, su pobreza en Francia, la Constitución local de 1801 y la toma del bando español, así como el arresto de Roume. .
Para romper el poder de Toussaint, Bonaparte organizó una imponente expedición de 22.000 soldados y 76 barcos, procedentes de varios puertos franceses. Leclerc, cuñado de Bonaparte, es secretamente responsable del restablecimiento de la esclavitud y de la deportación de los generales rebeldes. Con el título de Capitán General y Gobernador de Santo Domingo (Haití), Leclerc llegó a la colonia acompañado de Rigaud y sus partidarios. Su objetivo es ocupar las principales ciudades simultáneamente.
El 1 de febrero de 1802, la flota ancló en el puerto de Cap, donde Leclerc convocó a Christophe para que le entregara la ciudad. Éste se niega firmemente, proclamando que sólo lo abandonará hasta que sea reducido a cenizas. El 4 de febrero estallaron las hostilidades. Christophe quema la ciudad de Ciudad del Cabo y, a pesar de la feroz resistencia de los haitianos, varias ciudades caen bajo el control de las fuerzas francesas.
El general Rochambeau masacró la guarnición de Fort-Liberté, mientras que el almirante Latouche Tréville tomó Puerto Príncipe. A pesar de la determinación de Dessalines, Saint-Marc fue incendiado. Esta expedición marca un punto de inflexión en la lucha por la independencia de Haití, marcada por la feroz resistencia de los haitianos a los intentos de reconquista francesa.
- SEDE DE CRÊTE-À-PIERROT
El asedio de Crête-à-Pierrot, cerca de la ciudad de Petite-Rivière, fue una batalla crucial durante las luchas por la independencia de Haití. Este fuerte estratégico, armado con 12 cañones y que albergaba a 1.200 hombres bajo el mando de Dessalines, era vital para la defensa de las colinas de Cahos, donde se creía que estaban el arsenal y el tesoro de Toussaint.
El 4 de marzo, los franceses intentaron un primer asalto dirigido por los generales Debelle y Devaut, pero fracasaron. Una semana después, el 11 de marzo, un ataque general liderado por el general Boudet se convirtió en un desastre para los franceses, con tres generales heridos y más de 900 muertos.
Ante este fracaso, Leclerc decidió apretar el cerco alrededor del fuerte, lanzando un intenso cañoneo. Sin embargo, los sitiados, al carecer de agua, alimentos y municiones, optaron por la evacuación. En la tarde del 24 de marzo de 1802, abandonaron el fuerte de manera organizada, abriendo un sangriento paso a través de las líneas francesas para unirse a Dessalines en Morne du Calvaire.
Esta retirada, dirigida admirablemente por Magny y Lamartinière a la cabeza, se considera una de las hazañas más notables de la historia de Haití. Aunque Crête-à-Pierrot fue evacuada, Toussaint continuó la lucha durante algún tiempo. Sin embargo, la sucesiva sumisión de varios líderes haitianos, entre ellos Charles Belair, Vernet, Christophe y Dessalines, acabó por destruir cualquier esperanza de éxito de Toussaint.
- MUERTE DE TOUSSAINT LOUVERTURE
TOUSSAINT Louverture, tras negociar con Leclerc, es detenido durante una conferencia sobre cuestiones administrativas. Llevado primero a Gonaïves, luego a Ciudad del Cabo, fue embarcado hacia Francia a bordo del barco “Le Héros”. En ese momento crucial, pronunció palabras proféticas:
Al derribarme, sólo derribaron el tronco del árbol de la Libertad Negra en Santo Domingo. Volverá a crecer a través de las raíces, porque son profundas y perennes.
Una vez en Francia, fue recluido en un húmedo calabozo en Fort Joux, privado de todo contacto con su familia y su fiel servidor. Expuesto al frío y al aislamiento, Toussaint, figura importante de la historia de Haití, murió el 7 de abril de 1803 a la edad de 60 años.
Tras la eliminación de Toussaint, Leclerc instaura el terror en Santo Domingo. Cualquier sospecha desemboca en fusilamientos, ahorcamientos o ahogamientos, instaurando un clima de terror en la colonia.
- JEAN-JACQUES DESSALINES
Jean-Jacques Dessalines, nacido en 1758 en la aldea de Cormiers, enclavada en los pliegues de la Grande-Rivière du Nord, encarnaba la quintaesencia de la resiliencia. A pesar de su modesta estatura, su constitución robusta y su espíritu feroz lo convirtieron en un hombre aparte. Las cicatrices de la esclavitud marcaron su alma, alimentando en él una profunda aversión hacia los franceses, un odio que no tuvo tregua.
Dotado de un innegable genio táctico, se distinguió por su intrépido coraje. El analfabetismo no había impedido su ascenso y sólo tarde aprendió el simple gesto de firmar, lo que demuestra su determinación de superar los obstáculos que se interponían en su camino.
- ACUERDO ENTRE DESSALINES Y PETION
En pleno año 1802, la opresión pesaba mucho sobre los negros de Saint-Domingue. A medida que las crueldades de Leclerc se multiplicaban y la sombra del restablecimiento de la esclavitud surgía, el horizonte se oscurecía. En este clima de terror, agricultores y soldados, que huían de las atrocidades, se unieron a las filas de los insurgentes, engrosando las bandas rebeldes.
Ante esta atmósfera de violencia y desesperación, Leclerc intentó explotar las divisiones raciales para mantener su control. Convocó a Dessalines a Ciudad del Cabo, atreviéndose a presentarle la audaz propuesta de exterminar a los hombres de color. Fue después de esta famosa conferencia, en los primeros días de octubre de 1802, que Dessalines, al regresar a Artibonite, tuvo un encuentro crucial con el ayudante general Pétion, destinado en Haut du Cap, en Petite Anse.
A partir de ese momento, un acuerdo tácito selló el destino de los dos principales protagonistas de la futura guerra por la independencia. En la noche del 13 al 14 de octubre, Pétion y Clerveaux desertaron de las filas del ejército francés, retirando su lealtad a Morne Rouge. Desde allí, dos días después, lanzaron el asalto al Cabo. El día 18, al amanecer, Christophe y Toussaint Brave se unieron a su lucha, marcando así el inicio de una decidida resistencia contra la opresión colonial.
- DESSALINES GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO NATIVO
Ante las crecientes dificultades para organizar la guerra, Pétion tomó una decisión audaz a finales de noviembre de 1802: abandonar el Norte para dirigirse a Petite Rivière, donde comandaba Dessalines. Acogido con entusiasmo, el propio Dessalines lo nombró general de brigada. Esta unión, simbolizada por el reconocimiento de Pétion de la autoridad suprema de Dessalines, tuvo un efecto positivo en el estado de ánimo de los antiguos oficiales de Rigaudin.
Junto a Dessalines, contribuyeron a la causa figuras como Christophe, Vernet, Capois, Gabard, Cangé, Pérou, Moreau, Gérin, Daut y otros. La necesidad de una dirección unificada se hizo cada vez más apremiante, los oficiales se reunieron en Arcahaie del 15 al 18 de mayo de 1803 para un congreso histórico. Allí confirieron solemnemente a Dessalines el título de General en Jefe del ejército indígena, reconociendo así su liderazgo indiscutible en la lucha por la independencia.
- CREACIÓN DE LA BANDERA NACIONAL (18 de mayo de 1803)
Durante el histórico congreso celebrado en mayo de 1803, Dessalines tomó una decisión capital: la de transformar la bandera tricolor francesa. Optó por un fuerte simbolismo eliminando el blanco y acercando el azul al rojo. Para él, este gesto encarnaba no sólo la ruptura radical con el pasado colonial, sino también el símbolo vibrante de la unión entre negros y mulatos, uniendo así a los hijos e hijas de Santo Domingo en una búsqueda común de libertad e independencia.
Los primeros mártires de esta nueva bandera fueron Laporte y sus compañeros. Mientras viajaban en barcaza hacia Léogâne después del Congreso de Arcahaie, fueron perseguidos por una patrulla francesa. En un acto final de desafío, Laporte blandió con orgullo la nueva bandera, negándose a someterse a la opresión. Con gritos de
Viva la libertad, Viva la independencia
, Laporte y sus compañeros fueron tragados por las olas, llevándose consigo el símbolo de su lucha indomable por la dignidad y la soberanía de su pueblo.
- FIEBRE AMARILLA / MUERTE DE LECLERC
Durante el mes de mayo de 1802, un enemigo invisible cayó sobre la colonia de Saint-Domingue: la fiebre amarilla. Sus estragos fueron devastadores dentro del ejército expedicionario, diezmando en cuatro meses nada menos que 45.000 hombres, entre ellos 26 generales. Ni siquiera el propio Capitán General, Leclerc, pudo escapar de las garras de esta implacable enfermedad. Tras una breve lucha contra una enfermedad, sucumbió el 2 de noviembre de 1802. Sus restos, acompañados de su esposa Paulina Bonaparte y algunos oficiales, fueron repatriados a Francia y colocados en el Panteón.
Antes de dar su último aliento, Leclerc designó a su sucesor: el general Rochambeau. Conocido por su coraje indomable pero también por su ferocidad ilimitada, Rochambeau se distinguió por actos de barbarie que provocaron una respuesta despiadada por parte de Dessalines, sumiendo a la colonia en un ciclo de represalias y violencia sin precedentes.
A finales de junio de 1803, Dessalines emprendió un viaje crucial a Camp-Gérard, en el Sur, con el objetivo de unir todas las fuerzas de la colonia. Allí instó a los nativos a la unidad, apelando a pasar página del pasado y defender la libertad. Luego nombró a Geffrard general de división, responsable del mando de la provincia del Sur. También fue en Camp-Gérard donde tuvo lugar el primer encuentro entre Dessalines y Boisrond-Tonnerre, que jugaría un papel crucial en la redacción del Acta de Independencia, anunciando así una nueva era en la atormentada historia de Santo Domingo.
- CAPITULACIÓN DE PUERTO PRÍNCIPE
Bajo el ilustrado liderazgo de Dessalines, la guerra en el Sur se libró con una determinación inquebrantable, encarnada por figuras como Laurent Peru y Nicolas Geffrard. En Karatas, cerca de Coteaux, las fuerzas independentistas del Sur infligieron una aplastante derrota a las tropas francesas dirigidas contra ellas por Rochambeau.
Bajo la presión implacable del ejército nativo, las guarniciones de Jérémie, Les Cayes y Saint-Marc se rindieron una tras otra. Con una fuerza de 10.000 hombres, Dessalines, apoyado por Gabart, Cangé y Pétion, sitió Puerto Príncipe a finales de septiembre de 1803. Ante la escasez de alimentos y agua, la ciudad se vio obligada a capitular.
El 10 de octubre, a las 7 de la mañana, el general en jefe entró en la ciudad, flanqueado por Pétion a su derecha y Gabart a su izquierda. Fue un momento histórico, que marcó un paso decisivo en la lucha por la independencia de Santo Domingo.
- BATALLA DE VERTIERES
A finales de noviembre de 1803, la mayoría de las tropas nativas, reuniendo un total de veintisiete mil hombres, se desplegaron frente al Cabo, último bastión donde se reagrupaban las fuerzas restantes del ejército francés. Para debilitar la resistencia de la ciudad, el ejército sitiador tuvo que conquistar primero algunas posiciones fortificadas, en particular las situadas en Haut-du-Cap. Entre ellos, Vertières destacó por su posición estratégica difícil de asumir. Aquí se refugió el general Rochambeau con su guardia de honor.
Dessalines ordenó al general Capois que se apoderara del montículo de la vivienda Charrier, que domina Vertières. A pesar de varios ataques rechazados, Capois, desafiando la muerte en primera línea, volvió incansablemente a la carga, galvanizando a sus hombres.
En el momento álgido de la pelea, una bala derribó el caballo de Capois. Habiendo caído al suelo, se levantó inmediatamente gritando:
En avant, En avant, Boulèt se pousyè
. Un murmullo de admiración recorrió la guardia de honor de Rochambeau. Los tambores de esta guardia sonaron, el fuego cesó y, de repente, un jinete francés apareció en el campamento de los nativos, declarando con entusiasmo:
El Capitán General Rochambeau envía su admiración al general oficial que acaba de cubrirse de tanta gloria.
El húsar desapareció y se reanudó el fuego. La pelea, que comenzó por la mañana, no cesó hasta la noche. En la oscuridad, bajo la lluvia torrencial, los franceses no tuvieron más remedio que capitular. Consciente de que se enfrentaba a enemigos decididos a vencer o morir, Rochambeau decidió no prolongar innecesariamente las hostilidades. Se retiró al Cabo y firmó la capitulación el 28 de noviembre de 1803.
Durante las negociaciones para la capitulación del Cabo, Rochambeau envió un magnífico caballo a Capois en señal de admiración por el héroe de Vertières, mostrando así respeto entre enemigos dignos.
- VICTORIA DEL EJÉRCITO NATIVO
En Môle Saint-Nicolas, bajo el mando residual del general Noailles, persistieron algunos vestigios del ejército expedicionario. Después de la caída de Ciudad del Cabo, Dessalines exigió que el jefe de la guarnición entregara las armas. Al principio se negó obstinadamente. Sin embargo, al enterarse de la rendición del Cabo, él a su vez cedió. A partir de entonces, la bandera de Haití ondeó triunfalmente en todas las plazas de la tierra de Santo Domingo, siendo los haitianos los únicos dueños de su destino.
Dessalines envió a las tropas nativas de regreso a sus cuarteles después de recompensarlas generosamente por su coraje y dedicación. Decidido a proclamar oficialmente la Independencia el 1 de enero de 1804, convocó a los generales de las regiones Sur, Oeste y Norte a Gonaïves a finales de diciembre de 1803, lugar elegido para esta celebración histórica. Sus secretarios, Charéron, Chanlatte, Mentor y Boisrond-Tonnerre, fueron los encargados de redactar el Acta de Independencia. Fue Boisrond-Tonnerre quien, con sus palabras justas y poderosas, expresó la esencia de esta proclamación fundamental.
- PROCLAMACIÓN DE INDEPENDENCIA
El 1 de enero de 1804, en la Place d’Armes de Gonaïves, tuvo lugar un momento de capital importancia en la historia de Haití. Fue allí donde, de manera solemne, Dessalines proclamó la Independencia de Haití, reafirmando así la soberanía de la nación y devolviéndole su nombre original.
Bajo un cielo lleno de promesas, todos los oficiales presentes en esta ceremonia juraron solemnemente renunciar a Francia para siempre, dispuestos a sacrificar sus vidas antes de volver a vivir bajo su yugo opresivo. Fue un juramento decidido, forjado en el fragor de la lucha por la libertad y la autodeterminación. En ese día memorable, la voz de Dessalines resonó como un himno a la dignidad y la libertad recién encontradas, marcando el comienzo de una nueva era para el pueblo haitiano.
- DESSALINES PRIMER JEFE DE ESTADO HAITIANO
En reconocimiento a los eminentes servicios prestados por Dessalines a la nación, la asamblea de generales, por consentimiento unánime, lo proclamó gobernador vitalicio del Estado haitiano. En un gesto de confianza y respeto, estableció la sede de su gobierno en Marchand, decidido a guiar a la nación hacia un futuro de prosperidad y estabilidad.
Para garantizar una gestión eficaz de cada provincia, Dessalines nombró a algunos de sus lugartenientes más leales para dirigirlas: Geffrard en el sur, Pétion en el oeste, Christophe en el norte y Gabart en Artibonite. Esta decisión, tomada en el mejor interés de la nación, demostró el deseo de Dessalines de establecer un gobierno fuerte y equilibrado, listo para enfrentar los desafíos que surjan en el camino hacia la reconstrucción y el desarrollo de Haití.
- CONSTRUCCIÓN DE FORTIFICACIONES
En una estrategia destinada a impedir cualquier intento de reconquista francesa, Dessalines ordenó a sus generales Christophe, Clerveaux, Gabart, Pétion y Geffrard que construyeran fortificaciones estratégicas en sus respectivos departamentos, encaramadas en lo alto de las montañas.
Pronto, estos esfuerzos dieron como resultado la construcción de fuertes defensivos esenciales para la seguridad de Haití: Fort des Trois-Pavillons en Port-de-Paix, Fort Jacques à la Coupe, Fort Campan en Léogâne y Fort Plato en Les Cayes. Además, Christophe emprendió la imponente obra de la Citadelle La Perrière, una grandiosa fortaleza destinada a proteger el país contra cualquier amenaza externa.
Estas obras monumentales testimoniaron la determinación de Dessalines de garantizar la seguridad y la soberanía de Haití, y se convirtieron en símbolos de la resistencia y la fuerza del pueblo haitiano ante cualquier intento de injerencia extranjera.
- MASACRE DE LOS FRANCESES
Uno de los acontecimientos más oscuros y significativos del inicio del gobierno de Dessalines fue la orden despiadada que dio a sus lugartenientes: masacrar, a excepción de los sacerdotes, médicos, farmacéuticos y artesanos, a todos los franceses que encontraran bajo su mando. . Esta cruel directiva sumió a muchas personas inocentes en el horror de la violencia y la muerte.
Muchos de estos desafortunados fueron inmolados sin piedad, sacrificando sus vidas en el altar de la venganza y la ira. Sin embargo, gracias a la protección de Dessalines y a la compasión de ciertos comandantes provinciales, muchos pudieron escapar de este destino desastroso. Esta masacre, testimonio de la crueldad de tiempos difíciles, deja una mancha imborrable en la historia de Haití, recordando las trágicas consecuencias del odio ciego y la venganza.
- DESSALINES EMPEREUR (2 de septiembre de 1804)
Ocho meses después de ser nombrado gobernador, Dessalines dio un nuevo paso en su ascenso político. El 2 de septiembre de 1804 ascendió a la cima del poder al asumir el título de Emperador. Esta audaz decisión marcó un importante punto de inflexión en la historia de Haití, afirmando la soberanía y autoridad de Dessalines sobre la nación recién independizada.
Unos días más tarde, el 8 de octubre, en una ceremonia solemne en Cabo Haitiano, fue coronado Emperador por el Cura Corneille Brelle. Bajo el nombre de Jaime I reinó con autoridad y determinación, consolidando así su poder sobre el territorio haitiano.
Al tomar el título de Emperador, Dessalines también tuvo el privilegio de elegir a su sucesor, fortaleciendo así su dinastía y sentando las bases de una nueva era para Haití. Este momento histórico simbolizó el deseo del pueblo haitiano de gobernarse a sí mismo y defender ferozmente su libertad e independencia.
- ADMINISTRACIÓN DE DESSALINES
Si Dessalines se distinguió por sus inigualables habilidades como guerrero, su capacidad para gobernar estaba muy alejada de la de Toussaint Louverture. Su administración se basó enteramente en un régimen militar, lo que refleja su preferencia por el mando y la disciplina.
La gestión financiera y varios ministerios clave, como Relaciones Exteriores, Justicia, Agricultura, Educación Pública y Obras Públicas, fueron confiados al General Vernet. El general Gérin se hizo cargo del Ministerio de Guerra. El Emperador se rodeó de un Consejo de Estado formado por generales de brigada y de división, así como de su secretaría privada formada por Boisrond-Tonnerre, Juste Chanlatte y Charéron Mentor.
La propia justicia era administrada por oficiales militares, mientras que las propiedades de los antiguos colonos se distribuían, en forma de concesiones, a los rangos superiores del ejército. Las tropas, en general, carecían de uniformes y remuneración. Los productos alimenticios se vendían principalmente a los ingleses y el comercio estaba regulado únicamente por el capricho del monarca. En la administración reinaba un considerable desorden, ya que los grandes líderes, incluido el propio emperador, rápidamente consideraron el tesoro público como su propiedad personal. Esta gestión discrecional de los recursos públicos contribuyó a la inestabilidad e ineficiencia del Estado haitiano bajo el reinado de Dessalines.
- VERIFICACIÓN DE TÍTULOS DE PROPIEDAD
En el Sur, en particular, muchos ciudadanos habían tomado posesión de vastas plantaciones sin tener títulos de propiedad legítimos, que antes estaban en manos de los colonos. Deseando establecer una distribución más equitativa de estas tierras, Dessalines ordenó una cuidadosa verificación de los títulos de propiedad en cuestión. Los títulos considerados sospechosos fueron invalidados y destruidos.
Esta medida de justicia, aunque destinada a restablecer el orden y la equidad en la propiedad de la tierra, despertó la indignación de quienes se vieron así desposeídos de sus tierras. Sin embargo, reflejaba el deseo de Dessalines de poner fin a las injusticias heredadas de la era colonial y reformar el sistema agrario para el bienestar de la población haitiana.
- CONSTITUCIÓN DE 1805
Dos de los principales secretarios del Emperador, Boisrond-Tonnerre y Juste Chanlatte, fueron los arquitectos de la Constitución Imperial de 1805. Sin embargo, Dessalines cometió el error de no consultar primero a los generales sobre este tema crucial, lo que provocó un nuevo descontento en su opinión.
La característica más llamativa de esta constitución fue la negativa a reconocer el derecho de propiedad a los extranjeros. Su último artículo resonó como un grito de guerra imbuido de una energía grandiosa:
Al primer sonido del cañón de alarma, las ciudades desaparecen y la nación se levanta.
Esta Constitución, aunque conlleva fuertes principios de defensa de la soberanía nacional, lamentablemente contribuyó a ampliar la brecha entre Dessalines y parte de su entorno, acentuando así las tensiones políticas ya presentes en el imperio haitiano.
- REVUELTA CONTRA DESSALINES
La revuelta retumbó sordamente, como una brasa que ardió durante demasiado tiempo bajo las cenizas de la historia. Rápidamente olvidamos las hazañas y sacrificios del hombre que había trazado las primeras líneas de la Independencia, sólo para ver las sombras de sus actos cuestionables, los rincones oscuros de su reinado. Los descontentos, acechando en las sombras, murmuraban nombres: Christophe, Gérin, Pétion, Geffrard, hombres de intriga, almas en busca de poder.
El Emperador, sin artificios ni velos sobre sus emociones, dejó escapar la amargura que se gestaba en su interior. Descargó sus frustraciones con sus lugartenientes, amenazando en un ataque de ira. Pero antes de que sus planes tomaran forma, el destino cortó el hilo de la trama. Geffrard, uno de los conspiradores, se dejó llevar por el inesperado aliento de la muerte, y con él se evaporaron los primeros alientos de una rebelión.
Sin embargo, el destino es un implacable tejedor de intrigas. A principios de octubre, en el agitado Sur, la chispa finalmente estalló en Port-Salut. Dessalines, el soberano furioso, se precipitó hacia el centro de la rebelión, llevando sobre sus hombros el peso de su autoridad vacilante. Pero el destino, verdugo despiadado, le tenía reservado un encuentro desastroso.
A las puertas de Puerto Príncipe, donde Pétion ostentaba las riendas del poder, el Emperador quedó atrapado, devorado por la sombra de una traicionera emboscada. Así terminó el reinado tumultuoso de quien fue a la vez fundador y víctima de su propio imperio, arrastrado por las olas tumultuosas de la revuelta que él mismo había ayudado a alimentar.
- MUERTE DE DESSALINES
La noche del 17 de octubre de 1806, el destino se jugó cruelmente para el emperador Dessalines. Al lanzarse hacia Puerto Príncipe con una modesta escolta, ignoraba los oscuros designios que se tramaban contra él. La oscuridad de la noche envolvió su paseo, y el silencio de la llanura de Cul-de-Sac no dejó nada que presagiara la traición que le esperaba.
En la curva del camino, cerca del Pont-Rouge, se le apareció ante él una escena macabra. Las tropas, que él creía propias, formaban filas amenazadoras. Cegado por la confianza y la esperanza, siguió su camino, sin darse cuenta de la trampa que se cernía sobre él. Pero pronto, el tono de las órdenes y los gritos hostiles revelaron la verdad: estaba rodeado de sus enemigos.
En un acto final de valentía, el emperador intentó abrirse camino a través de las líneas enemigas, desafiando la muerte que le esperaba. Su voz resonó pidiendo la lealtad de sus soldados, pero la traición ya era total. Las balas silbaron, llevándose consigo la vida del emperador y de su fiel oficial, Charlotin Marcadieu, que había permanecido a su lado.
El cuerpo mutilado de Dessalines fue testigo de la violencia del ataque, mientras quienes habían orquestado su caída intentaron borrar todo rastro de su crimen. En la oscuridad de la noche, un alma perdida, Parade, reunió los restos dispersos del LIBERTADOR y los condujo con reverencia a su lugar de descanso final.
Pero la tragedia no terminó ahí. Los conspiradores, tratando de borrar todo rastro de su culpa, atacaron a las personas cercanas al emperador. Mentor y Boisrond Tonnerre, sus secretarios, fueron asesinados, mientras que Juste Chanlatte encontró refugio en el Norte, cerca de Christophe, escapando así de su desastroso destino.
Así terminó la tumultuosa vida de Dessalines, llevándose consigo las esperanzas y los sueños de un pueblo en busca de libertad. Pero su legado, forjado en el fuego de la lucha y la resistencia, vivirá para siempre en la historia de Haití.
- DESPUÉS DE LA MUERTE DE DESSALINES
Después del desastroso episodio del Pont Rouge, donde la vida del emperador Dessalines se extinguió en un torbellino de traiciones, se abrió un nuevo horizonte para Haití. El imperio vaciló y colapsó, dando paso al surgimiento de una nueva era política.
Representantes del pueblo, elegidos para esta tarea crucial, se reunieron en Puerto Príncipe para formar una Asamblea Constituyente. El 27 de diciembre de 1806 dieron origen a una Constitución que establecía la República como nuevo régimen político de Haití. En este nuevo orden, se estableció un Senado de 24 miembros, investido de amplios poderes: legislar, imponer impuestos, administrar las finanzas públicas y nombrar cargos civiles y militares.
En el centro de esta transición surgieron dos hombres como candidatos a la presidencia: Pétion, comandante de la segunda división occidental, y Christophe, general en jefe del ejército. La rivalidad entre ellos era palpable, con Pétion maniobrando hábilmente para obstaculizar las posibilidades de su oponente. Utilizando su influencia y sus travesuras políticas, intentó limitar el poder presidencial para sus propios fines.
El 28 de diciembre de 1806, a pesar de las maniobras de Pétion, Christophe es elegido presidente. Informado de los complots urdidos en Puerto Príncipe por los diputados del Norte, partió con su ejército, ya alertado por los vientos de la política en movimiento.
- BATALLA DE SIBERT
El estrépito de los tambores presagiaba la tormenta inminente, mientras las dos facciones se acercaban inexorablemente en el campo de batalla de Sibert. El Senado, lúcido ante las travesuras de Christophe, discernió claramente sus intenciones bélicas. Con el anuncio de su avance hacia Arcahaie, la asamblea confió a Pétion la misión de hacerle frente.
El 1 de enero de 1837, al amanecer, los dos ejércitos se encontraron en los terrenos de la residencia Sibert, a sólo tres leguas de Puerto Príncipe. Allí, el destino de Haití quedó sellado en el choque de armas y el tumulto de la guerra. Se desató una feroz batalla, donde cada disparo de cañón, cada carga de caballería, hacía temblar la tierra bajo sus pies.
Las tropas occidentales, aunque se enfrentaron valientemente, se enfrentaron a una fuerza implacable y pronto la derrota se apoderó de ellas. En el fragor de la lucha, la valentía y la determinación chocaron con la fría eficiencia táctica del enemigo. En medio del caos y la confusión, el resultado de la batalla parecía ya escrito.
- PETION PRESIDENTE
Después de la sonada victoria de Sibert, Christophe, como una bestia herida, se precipitó hacia Puerto Príncipe para luchar. Pero ante la indomable resistencia de los habitantes y la firmeza de su defensa, finalmente tuvo que levantar el asedio, obligándose a regresar al Norte, donde estableció su propio gobierno independiente, proclamándose líder indiscutible del mismo.
Mientras tanto, el Senado, decidido a poner fin al reinado de terror, pronunció la destitución de Christophe y lo declaró proscrito. En la atmósfera cargada de esta época atormentada, el 9 de marzo de 1807, las miradas se volvieron hacia un hombre de 37 años, entonces casi en los albores de su vida política: Pétion. Con confianza y esperanza, el Senado le confirió el cargo más alto del estado, colocándolo así al mando de un Haití en busca de estabilidad y paz.